Los que me conocen saben que los viernes son casi sagrados. Uno de mis momentos favoritos de la semana es cuando llega la hora de salir de trabajar y puedo hacer cualquier cosa sin vivir atada al reloj (salvo en determinadas ocasiones). Y el viernes 28, mi noche estaba supeditada al concierto de Tulsa y Hola A Todo el Mundo (HATEM), en la desconocida sala Rock Kitchen de Madrid (algún día haremos un repaso de las salas de la capital).
Llegamos al concierto con la primera canción empezada y sin mucha gente aún en la sala. Tengo que reconocer que no soy demasiado fan de Tulsa, y que su último disco no termina de convencerme a pesar de ser favorito para los críticos. Sin embargo, tengo que tragarme mis prejucios. La primera sorpresa estaba en el escenario al comprobar que la banda liderada por Miren Iza estaba formada por cinco chicos más que hicieron posible que las canciones brillarán por encima del disco.
*Foto de Surfer Rosa
La banda tocó casi al completo su último LP ‘Espera la pálida’ y prescindió practicamente de los anteriores (se echó de menos la interpretación de ‘Seguramente lo Merezco’) pero consiguió mantener la atención del público hasta el final. Puedo asegurar que mientras íbamos a la calle a fumar (o a acompañar en mi caso) sólo se escuchaban elogios hacia el grupo.
Volviendo otra vez a la sala descubrimos que aparte de las flores que estaban en todos los micrófonos, el escenario ahora incluía lamparitas que creaban una atmósfera de complicidad y generaban en el ambiente curiosidad por ver qué iba a pasar a continuación. Desde el primer momento hasta que terminó (soy incapaz de calcular si estuvieron una hora o más tocando) HATEM fue como un catalizador que me hizo olvidar toda la semana y convertir ese viernes en algo único.
Ya no hablo de la interpretación, de las voces, las letras o la melodía, ya quisieran muchos poder hacer la mitad de lo que estos madrileños son capaces. Va desde las capas con las que salieron al escenario, los instrumentos (algunos insólitos) que pasaron por sus manos, las colaboraciones -Tulsa se subió al escenario para cantar la última y esperada canción ‘A Movement Between These Two-, hasta los momentos que hicieron que las canciones sonasen casi épicas, recordando en algunos instantes a Arcade Fire. Simplemente había que mirar alrededor para ver las sonrisas o los bailes del público que no dejó de participar con la-las y palmadas. Sin duda, un concierto imprescindible.
Por último quiero agradecer a Kedin los sorteos que organizan y que fomentan la cultura. ¡La primera vez que me toca algo!
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